Con la guerra en las maletas de los niños de Morelia

Con la guerra en la maleta

Por María Barrón

Mexique: El nombre del barco (2018) es un libro ilustrado que de manera sutil, a través de pequeñas reflexiones en la voz de un niño, nos da a conocer una de las tantas tragedias nefastas del siglo XX. Este texto, editado en conjunto por Ediciones Tecolote y Alboroto Ediciones, se sirve de material fotográfico de archivo y de la imaginación propia de un niño para convertirse en un collage que nos transmite la complejidad del exilio. En sus páginas encontramos fragmentos de la historia real de los niños exiliados durante la Guerra Civil Española (1936-1939). El libro cuenta parte del viaje de un grupo de 456 hijos de españoles republicanos que luego serían conocidos como “los niños de Morelia”. Además de contribuir a la memoria histórica, este texto es un punto de partida para reflexionar sobre las inagotables crisis de refugiados que se viven en la actualidad alrededor del mundo. Este es el mensaje que comparten las autoras, María José Ferrada y Ana Penyas, quienes dirigen su atención a todos aquellos niños exiliados que, ya sea en el pasado o en este preciso momento, se ven obligados a dejar el hogar, llevando en sus maletas el recuerdo de la guerra y, a la vez, el deseo de una vida digna, en sus palabras, este libro va dedicado: “A los niños de Morelia y a todos los que se desplazan en busca de una vida sin miedo”. 

Si bien la imagen predomina sobre el texto, al final se ofrece una nota donde la autoras nos comparten un poco del contexto histórico, sin dejar de lado el interés por las vidas de los que siguen huyendo en busca de una vida mejor, explican: “Contamos la historia de un barco, sabiendo que no hay registro de todos aquellos que cada día cruzan el océano, con el derecho a una vida sin miedo”.

La historia que nos cuentan, en la voz de un niño que viaja a bordo del Mexique, se inicia en el puerto de Burdeos en 1937, sin embargo, el destino de “los niños de Morelia” comienza a tomar rumbo casi un año antes, con la sublevación militar que pretendía derrocar al gobierno de la Segunda República Española, lo que daría inicio a una guerra de tres años que marcaría el porvenir de España. pues entre los militares que formaron parte del intento del golpe de estado se encontraba el general Francisco Franco, futuro dictador de España (1939-1975), personaje que aparece brevemente en las ilustraciones con su distintivo bigote. 

Algunas imágenes en conjunto con otras pistas del texto nos ubican en el contexto de la Guerra Civil Española, pues nos permiten deducir que estos niños fueron sobrevivientes de los bombardeos causados por el bando de los sublevados y sus aliados (nazis y fascistas); los tiempos coinciden, pues para el tiempo en que zarpó el Mexique, ya habían atacado con gran dureza, a través de sus fuerzas aéreas, lugares como Madrid y Guernica. 

El viaje forzado de los niños de los que habla este libro, así como el de miles de españoles (se calculan no menos de 40 mil personas), sucede durante el abandono al que fuera sometido España, tras acordarse la firma de un pacto de no intervención por parte de los países europeos en agosto de 1936. Oficialmente fueron 27 los países que firmaron el convenio, aunque tres de ellos lo transgredieron: Alemania e Italia apoyarían a la milicia sublevada; mientras que la Unión Soviética, a los republicanos. Estas decisiones tendrían por consecuencia un escalamiento en la violencia y daños provocados por la guerra. 

En medio de este contexto, cabe preguntarse qué hubiera sido de los niños de no haber salido del país, eso sin contar la amenaza que representó permanecer en la Europa de la Segunda Guerra Mundial siendo parte del grupo opositor a la dictadura del general Franco (en el futuro trataremos este tema a través de la novela gráfica El fotógrafo de Mauthausen). 

Para los “niños de Morelia” el plan consistía en ser llevados a Burdeos, Francia para ser transportados desde allí, en el Mexique, a las costas de Veracruz. Las condiciones que allí vivieron no fueron las más cómodas ni las más seguras. Excepto por los que dirigieron el barco y un mínimo personal a cargo de los niños, la tripulación estuvo compuesta por menores de entre 4 y 12 años, con algunas cuantas excepciones de jovencitos de entre 13 y 15 años. 

Ya en México, su camino continuaría hacía Ciudad de México y finalmente llegarían a Morelia, Michoacán, en donde serían recibidos y resguardados el tiempo que fuera necesario, pero esto forma parte de otra historia. El libro termina con alusiones al viaje: un barco, un tren, los niños sosteniendo sus maletas, unos pies que avanzan y una pregunta genuina: “¿Guardará el mar la historia de todos los barcos?”

Este final permite generar cierta inquietud en el lector sobre el porvenir de los niños. Esta incertidumbre nos lleva a pensar de nuevo en todas las infancias que se ven forzadas a salir del hogar, cualquiera que este sea. Con más suerte, este final también nos plantea la posibilidad de un futuro esperanzador, uno en el que es posible tener una vida digna y sin miedo.

Para conocer más sobre los «niños de Morelia»:

Libros:

Payá Valera, Emeterio (2002). Los niños españoles de Morelia. El exilio infantil en México, México.

Pra Brugat, Dolores (1999). Los niños de Morelia. Un estudio sobre los primeros refugiados españoles en México.

Documental:

Los niños de Morelia (2004). Dirección: Juan Pablo Villaseñor. Disponible aquí: https://www.youtube.com/watch?v=S0y-yIgKY2M

Mexique, Colección Arturo Paniagua Mazorra.

Página 1 de la Relacion Niños Españoles del 7 de Junio 1937 que abordaron el Mexique.

Los Niños de Morelia en la reunión del 68.º aniversario de su llegada a México el 7 de junio de 1937.

Fotografía de Maria de los Angeles Aranda Macias