Releo uno de los 300 ejemplares del primer tiraje de La infancia de los brujos de Ámbar Gallardo para escribir estas páginas.
Segunda de cuartos. Ámbar Gallardo (Guanajuato, 2002). Es estudiante de Letras Españolas en la Universidad de Guanajuato. Fue editora y columnista de la página web Ni que fuera política en el área de Cultura y feminismo. Ha publicado cuento en las revistas Bosquejos y Penumbria; y poesía en la revista digital Awita de Chale. Obtuvo mención honorífica en el XIX Concurso de Cuento Corto convocado por el Instituto Cultural de León con su relato “Sobre las aves y los muertos” que forma parte de la antología Premios de literatura León (Instituto Cultural de León, 2023). Fue parte de la séptima generación del Seminario de Cuento Efrén Hernández del Fondo para las Letras Guanajuatenses bajo la tutoría de Imanol Caneyada. Es autora del poemario Babel me cortó la lengua (Editorial Desde el fuego, 2023).
Página legal. Bajo el sello editorial del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, el primer cuentario de Gallardo “se terminó de imprimir en diciembre 2023 en los talleres de Custom Printing”. Su publicación “es resultado del Seminario de cuento Efrén Hernández 2021 del Fondo para las Letras Guanajuatenses bajo la tutoría del escritor Imanol Caneyada”.
Con imagen de cubierta de Tanya González Frausto.
Primera edición en la Colección Fondo para las Letras Guanajuatenses 2023, bajo la coordinación de Mauricio Vázquez González y con el cuidado de la edición de Ana Paulina Calvillo.
Un lunes del reciente febrero llegó a mis manos, luego de la primicia sobre su publicación en los últimos días de noviembre, y tras la espera de un par de semanas.
Supongo que viajó en la maleta de su autora.
Siendo que, aún no ocurre su presentación editorial, opto por compartir rastros de una lectura rebobinada. Esto es, comienza tras el encuentro con la imagen que cierra el cuentario:
“Por la mañana, cuando el sol secó el último charco, la policía encontró, dentro del túnel, el cuerpo de un niño con veintitrés puñaladas. No hubo ningún testigo” (p. 68).
Congrega seis cuentos, en orden de retrospectiva: “Calígula”, “Eva no le teme a la noche”, “Bajo la tierra”, “La caravana llegó a mi pueblo”, “Zacristanasto” y “Reina de las plagas”.
Seguido de un epígrafe de Georges Bataille: La verdad tiene solo una cara: la de la contradicción violenta.
Y la dedicatoria: A los abandonados que, muertos por la vida, van haciéndose de monstruos para sobrevivir a su propia tragedia.
Tras el punto final del sexto y último cuento, la curaduría del cuentario evidencia unidad de significación progresiva, en tanto principio y cierre: uróboro, desde el título, la dedicatoria, el epígrafe y el orden de los cuentos.
Reconozco ahora que, bien podría leerse uno por día de la semana, y guardar el séptimo para repensar, como señala Calvillo.
Contraportada.
La infancia de los brujos es el primer cuentario de Ámbar Gallardo;un universo ficticio que puede ser un fiel reflejo del mundo suburbano en pleno siglo XXI, tan alucinante y convulso como místico y superticioso. Los niños y las niñas que habitan estos escenarios luchan por ganar espacios en un orden social anquilosado. Protagonistas de historias fantásticas cuyo hilo conductor es una atmósfera enrarecida. Con un estilo poético, Gallardo teje ideas complejas que invitan a la reflexión y, a la vez, consiguen estremecer al lector.
Ana Paulina Calvillo
Peritexto. La publicación abre con una Nota Editorial, crónica abreviada de los quehaceres del Fondo para las Letras Guanajuatenses. El cuentario gallardiano es la primera entrega de su nueva colección literaria, cuya intención “es construir un acervo donde sean aglutinados trabajos producto de los diferentes seminarios, en atención a contribuir a la construcción colectiva de una identidad literaria estatal, […]”.
Regreso al libro cerrado.
El título. Una pregunta retórica: ¿por qué La infancia de los brujos?
La suma de voces narrativas son niñas y niños.
La niña maldita: Reina de las Plagas; María, la más pequeña de una familia; un niño, sin nombre, despojado de la antigua condición de humano; Mirna, quien tenía trece años y (le) encantaba salir al patio de (su) casa y cavar hoyos en la tierra; Sara, otra niña quien vivía con sus padres; y Cecilia, Pedro, Pablo y Luis, niña y niños narradores de “Calígula”, uno de ellos es el cuerpo con veintitrés puñaladas.
Excurso. Me recordé del ensayo “Infancia y literatura” de Benjamín Valdivia. Recorro mi memoria lectora y no viene otra referencia que diserte sobre infancia.
El cuentario gallardiano se inserta en uno de los dos aspectos que, anota Valdivia, tiene la literatura como asunto: el de “los textos dirigidos a los adultos por medio de acciones de niños-personaje” (p. 75)
Los seis cuentos son ejemplo, además de “la presencia de los niños como protagonistas ínsitos” (Valdivia, p. 78), de voces narrativas, quienes enuncian en primera persona y en presente. Un yo-niña o un yo– que niño digo … a un tú-narratario (lector).
Por los indicios, todas y todos tienen menos de catorce años. Explica Valdivia:
Según los cánones temporales, hacia los catorce años se deja definitivamente la infancia y se estructura la pubertad, el camino difícil de la adolescencia, la cual es la segunda expatriación. Mircea Eliade ha estudiado minuciosamente, en varias de sus obras, el despliegue individual y social de los ritos de pubertad, es decir, aquellas cosas que ha de mostrar el niño para ser aceptado como adolescente, capaz de reproducirse e integrarse a la miseria, al misterio y a la magia de la sociedad adulta (p. 79).
Sea un distintivo gallardiano, son niñas y niños en un umbral que, con violencia, los inserta en la miseria y el misterio de la sociedad adulta, sin cabida para la magia y constatación del advertido epígrafe:
La verdad tiene solo una cara: la de la contradicción violenta.
¿Por qué la apuesta poética gallardiana elige voces narrativas niñas y niños para desvelar la miseria y el misterio de la sociedad adulta? ¿Es, ese rito de pubertad, el que los convierte en brujos? ¿Qué significa bruja y brujo en la imaginería gallardiana? Al cabo, tras franquear (y sobrevivir) la miseria y el misterio de la sociedad adulta, ¿la excluida magia es la recompensa? ¿Son otrora niñas y niños sobrevivientes al rito de pubertad, ahora, brujas y brujos?
¿Son estos los rastros que explican el título y significan la, también advertida, dedicatoria?
La infancia de los brujos, está dedicada A los abandonados que, muertos por la vida, van haciéndose de monstruos para sobrevivir a su propia tragedia.
En espera de que esta lectura rebobinada “lleve a una lectura directa” del cuentario –como refirió la crónica publicada en Ni que fuera política, a propósito de “Sobre las aves y los muertos”–, comparto solo un par de rastros distintivos.
Tras la primera página de “Reina de las plagas”, advertí un vértice con su cuento precedente “Sobre las aves y los muertos”: la voz narrativa femenina impúber, un reiterado estilo poético (identificable en sus publicaciones previas), y una personal manera de construir la máquina narrativa.
Arriba he discurrido sobre las voces narrativas, ahora repienso sobre la voz poética de su poemario Babel me cortó la lengua, donde algo hay, también, de ese rito de pubertad, el de una yo poeta en el trayecto (de) hacia la juventud.
Ensaya, además, una mitología presente. En concreto, re-escribe el mito de Babel en voz femenina, pues construye desde y para el siglo XXI, la versión invisibilizada (y reivindicante) cuya protagonista es una mujer.
LA TORRE
Las lágrimas de Etemenanki me llevaron ante un sueño
Esa torre existió cuando el nombre de Dios
se tejía con lenguas ahora secas,
cobijó a los primeros hombres
que le hablaron a la diosa blanca
y se creó el artefacto de la guerra con palabras.
Nueva, engañosa ¿Quién eres tú, espejo del pasado?
[…]
Babel guardó silencio y colapsó:
Yo callé apenada de mi desnudez.
No me engañarás Babel,
sé de babilonia y el origen
sé de dónde viene el lenguaje.
Concatenaciones. Sus cuentos ensayan una mitología y su bestiario: un ave Raiquén, el Rey Rata (quien) espera a su Reina de las Plagas, el niño despojado de la antigua condición de humano; el protector Zacristanasto, brujas y demonios, los Devoradores, y mujeres aves negras.
Sea ésta, otra evidencia de la unidad de significación progresiva entre los argumentos y personajes del cuentario: uróboro gallardiano. Donde las distintivas voces narrativas, la mitología (entendida como acervo de argumentos) y bestiario (personajes) componen la imaginería gallardiana. Ésta, es un lenguaje distintivamente poético que construye figuras mentales, evocación de los sentidos y las emociones. Al cabo, la estética gallardiana articula una atmósfera poética, quizá su rastro más distintivo. Previamente observado por el Jurado que le otorgó la mención honorífica: “la escritora leonesa construye hermosas secuencias en un lenguaje literario que amortiguan «estos terribles días mexicanos» con imaginación y ternura” (pp. 6–7).
En palabras de Calvillo, “Con un estilo poético, Gallardo teje ideas complejas que invitan a la reflexión y, a la vez, consiguen estremecer al lector” (Contraportada).
Certezas. En días del mayo precedente, se escribió: “Por suerte (acaso justicia estética), ninguna explicación podría reducir la apuesta poética gallardiana”.
Y sí, hay que leerla, para descubrir o comprobar, tras un personal encuentro que, arriesga una factura distintiva del género en manos.
Para otras páginas queda re-conocer el vértice donde confluyen los pasos de su quehacer escritural.
Referencias:
Gallardo, Ámbar. La infancia de los brujos. Guanajuato: Ediciones La Rana, 2023
Gallardo, Ámbar. “Sobre las aves y los muertos” en Premios de Literatura León 2023. León: Instituto Cultural de León, 2023. pp. 84–95
“Cheers! por las mujeres de apellido Tempestad” en niquefuerapolitica.wordpress.com (1 junio 2023)
Piglia, Ricardo. “Tesis sobre el cuento” en Formas breves. Barcelona: Anagrama, 2000. pp. 103–111
Valdivia, Benjamín. “Infancia y literatura” en Los objetos meta-artísticos y otros ensayos sobre la sensibilidad contemporánea. Guanajuato, Azafrán y Cinabrio, 2007. pp. 73 – 82