Por Mafa HA
Por Mafa HA
En un breve recorrido por el contexto del feminismo se conoce que para finales de lo década de los cuarenta, la escritora y filósofa francesa Simone de Beauvoir arrojó al mundo una serie de cuestionamientos entorno al género en su libro El segundo sexo. Se preguntó sobre qué es ser mujer, esta pregunta sería la base de toda su articulación crítica que resultó conclusivamente en su famosa frase “No se nace mujer; se llega a serlo”1, un cuestionamiento con mucha vigencia aún hoy en día. Beauvoir puso luz, nuevamente, sobre el feminismo que estaba adormecido tras haber conseguido el voto femenino2, pero no fue sino hasta una década más tarde de esta publicación que apareció una vocera del movimiento feminista: la periodista y escritora estadounidense Betty Friedan, quien para 1963 publicó La mística femenina. Este libro, en el que empleó el pensamiento filosófico de Beauvoir e incluyó testimonios de mujeres blancas clasemedieras que estaban inconformes y frustradas con sus roles de ama de casa, fue el que impulsó la reactivación del movimiento feminista, lo que hoy se conoce como la segunda ola3.
La lucha de la segunda ola se centró en la búsqueda de igualdad en el ámbito laboral, el desafío a las normas de género, la maternidad y los derechos reproductivos. En esa época surge el slogan de “lo personal es político” que hace referencia a las interrelaciones existentes entre las vivencias personales y las macroestructuras del sistema, este concepto ha acompañado las exigencias de varios movimientos sociales4. Asimismo, para mediados de la década de los setentas, surgió en el panorama norteamericano la ‘guerra feminista’; protagonizada por dos bandos con ideologías contrarias: el grupo del feminismo de la censura5 y el grupo del feminismo prosex6. Esta batalla se focalizó en la importancia de la sexualidad y la libertad que estaba otorgaba a las mujeres, no obstante, no lograron ponerse de acuerdo y aún hoy en día el slogan de “mi cuerpo es mío, yo decido” sigue estando sesgado por una serie de pensamientos moralistas sobre lo que sí es apto y no para el libre ejercicio de la sexualidad femenina.
Esas discusiones desgastaron el movimiento y no fue sino entrados los años noventa, ya en la tercera ola, que el feminismo reaparece con nuevas inquietudes, como la propuesta de una visión interseccional7, fomentando el desarrollo de los estudios de género y estudios queer. Así la inclusión de otras categorías sirvió para entender las violencias ejercidas por el sistema a los sujetos que están atravesados por la feminización del orden heteropatriarcal. En 1990, la filósofa estadounidense, Judith Butler escribió El género en disputa: Feminismo y la subversión de la identidad, texto en el que cuestiona los conceptos de género (género performativo y subversión de género), sexo y deseo sexual. Para Butler el sexo y el género no son cuestiones naturales sino constructos sociales que se estructuran desde lo performativo para alinearse8 al discurso que concentra el poder.
Desde entonces hasta ahora, las propuestas del feminismo han ido mutando y experimentando cambios, lo que nos permite apreciar las numerosas herramientas conceptuales que reflejan la evolución continua y compleja de los feminismos. Es importante destacar que no existe un solo feminismo, sino una serie de variantes ideológicas, cada una dedicada a una lucha específica, como: el feminismo negro, el de Abya Yala, el ecofeminismo, el transfeminismo, etc. Si bien la globalización ha creado la falsa ilusión de que los movimientos sociales solo se activan en países que son potencia mundial es importante señalar que los países en vías de desarrollo, incluyendo los latinoamericanos, también han experimentado sus propias activaciones
de maneras y en etapas diferentes, los países en la región están mirando hacia sus condiciones históricas, sus capacidades y la viabilidad de construcción de sociedades más justas, […]. Entre [ellas] el feminismo como teoría, praxis y proyecto ético político que reivindica la diferencia y la igualdad de la mitad de la humanidad, […] pensando desde una periferia cotidiana, común y naturalizada […].9
Así, por ejemplo, se puede observar que en México el feminismo de la segunda ola, identificado, por la historiadora Ana Laura de Giorgi, como ‘neofeminismo’10 tuvo una fuerte relación con la militancia de izquierda, el movimiento estudiantil del 68 y con la academia. Los temas que le interesaba abordar eran variados e iban desde cuestiones de sexualidad y violencias: violación, acoso, maternidad obligatoria y aborto, hasta cuestiones entorno a economía: brecha salarial, trabajo doméstico y trabajo de cuidado no remunerado.
Durante los ochenta, el feminismo se expandió por todo el país y después del terremoto de 1985 se encargó de denunciar la precariedad en la que habitaban las mujeres de ciertos sectores populares, evidenciando abusos laborales hacia “las costureras [que] trabajaban en condiciones laborales deplorables, jornadas agotadoras de 12 horas sin descanso, con salarios que no cubrían siquiera el mínimo”11 y además eran víctimas de acoso sexual. Desde principios de esta década hasta nuestros días, el movimiento ha explorado a través de diversos lenguajes artísticos12 y sus denuncias han sido constante evidenciadas. En el curso de los noventa, las movilizaciones feministas se organizaron desde lo interseccional y se visibilizó la lucha de las mujeres zapatistas, así el movimiento se constituyó como una fuerza política capaz de hacer frente al Estado.
En conclusión, el feminismo ha evolucionado a lo largo de las décadas, adaptándose y respondiendo a nuevas problemáticas y contextos. Las diversas olas y corrientes dentro del movimiento reflejan su complejidad y su capacidad para reinventarse constantemente. Este recorrido histórico nos permite entender las raíces y las múltiples facetas del feminismo contemporáneo. En otra entrega se abordará la importancia del arte en la segunda ola del feminismo en México, explorando cómo las expresiones artísticas han sido una herramienta crucial para visibilizar y abordar las demandas y luchas del movimiento.
- Simone de Beauvoir, El segundo sexo. Cátedra, Universitat de València, Madrid, 2015, p. 371. ↩︎
- La primera ola del feminismo se asocia comúnmente con la primera convención formal sobre los Derechos de la Mujer en 1848. Estos grupos de mujeres adquirieron sus conocimientos estratégicos a través de su participación en la Revolución Francesa, el Movimiento por la Templanza y el Movimiento Abolicionista. ↩︎
- La clasificación de las olas del feminismo son objeto de debate, pues algunas perspectivas consideran a las sufragistas como la primera ola y las movilizaciones de los años 70 como la segunda, también existe la perspectiva de que las revueltas para conseguir el voto son el evento canónico de la primera ola. ↩︎
- Como el movimiento estudiantil, el movimiento afroamericano o la comunidad LGBTQ+ por mencionar algunos. ↩︎
- Women Against Pornography (WAP) encabezado por Catharine MacKinnon y Andrea Dworkin, quienes, en 1984, se adscribieron en la Comisión Meese. Esta comisión, convocada por el republican Ronald Reagan, pretendía tomar acción contra la industria de la pornografía. ↩︎
- Este grupo se concretó, hasta 1984, en una “colectiva” llamada FACT «Feminists Anti-Censorship Taskforce y estaba conformada por académicas como Ellen Willis y Ann Snitow, pero también por trabajadoras sexuales y lesbianas practicantes de BDSM, quienes buscaban entablar una conversacion sobre los beneficios que el libre ejercicio de la sexualidad podia traer a la lucha feminista. ↩︎
- “La interseccionalidad se caracteriza por ser un descentramiento del sujeto del feminismo, al denunciar la perspectiva sesgada del feminismo hegemónico (o “blanco”) que, promoviendo la idea de una identidad común, invisibilizó a las mujeres de color y que no pertenecían a la clase social dominante”. Javiera Cubillos Almendra, “La importancia de la interseccionalidad para la investigación feminista”, Oxímora. Revista Internacional De Ética Y Política. no. 7, 2015, p. 121. En: https://revistes.ub.edu/index.php/oximora/article/view/14502 ↩︎
- Para Butler los actos performativos o “la performatividad no es un acto único, sino una repetición y un ritual que logra su efecto mediante la naturalización en el contexto del cuerpo”. Judith Butler. El género es disputa. El feminismo y la subversión de la identidad, México, Paidós, 1990. p.15. ↩︎
- Alba Carosio, Feminismo y cambio social en América latina y el Caribe. CLACSO, Buenos Aires, 2012, p. 9. En: https://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20120912031117/Feminismoycambiosocial.pdf ↩︎
- Término utilizado “para referirse a varios grupos no mixtos y autónomos que reunieron a mujeres de diversos orígenes políticos y extractos sociales”. Elisa Cabrera García, Mlitancia feminista, fenómenos culturales y violencia de género en México: una historia visual (1970-2002). Tesis de doctorado, Universidad de Granada, 2023, p.22. En: https://digibug.ugr.es/bitstream/handle/10481/84381/79477.pdf?sequence=4 ↩︎
- Ibid., pp. 207- 208. ↩︎
- En las artes visuales se aprecia más concretamente la integración del feminismo al discurso. Para principios de los 80 ya había varios grupos con propuestas de arte feminista; entre los que destacan: Gallina negra, Tlacuilas y Retrateras y Bioarte. ↩︎