La existencia de no existir
Por Leodan Morales
No hacer nada. Mantenerse postrado por horas en el sillón.
¿Cómo citar en APA o Chicago las ideas germinadas durante el proceso de aburrirse?
Transitar como un cuerpo aburrido con la posibilidad de estar in-activo.
Me invento palabras, términos y conceptos. Respirando. Digiriendo. Pensando. Masa extraña de fluidos latentes existentes en una época, en un tiempo y a veces, dentro y fuera de un contexto. El parpadeo conlleva al sueño. El sueño a la nostalgia del bostezo. Primer símbolo-sonido emergido antes que cualquier otro lenguaje adoptado. El bostezo no se aprende. El bostezo no se enseña. El bostezo existe antes que el propio cuerpo. Exige una bocanada inmensa de aire para no extinguirse. Se alimenta, virus-transmisible a quien mira, al que observa, al que ve curioso las entrañas cuando se bosteza. Aún bostezamos-colectivos el bostezo primigenio/primordial/primero; aquel que existe desde el punto genético del universo y un poco más allá del antes que conocemos. Se rumora, se asegura, que llegó al planeta en un meteorito que se quedó dormido mientras viajaba. O no.
Otro parpadeo. La imagen del sol cambia. Amarillo. Naranja. Rojo. Marca el tiempo a su ritmo y su combustión. Más hoy no existo. No existo en la calle donde no me encuentro. Mi sombra intacta, la que descansa en el cuarto medio oscurecido, se pregunta por las horas inactivas donde no camina ni se proyecta.
No existo si no estoy enfermo. No localizo las partes de mi cuerpo si no hay síntoma, ¿dónde se oculta mi páncreas cuando no duele? No existo sin las pupilas ajenas que me construyen en el interno proceso de los organismos habitables de real irrealidad donde se componen como fractales. No existo para la sinrazón de mis células que no me piensan. Contenedor de su vivencia y su experiencia. No existo para el primer ente humano aunque lleve un poco de lo que fue. No existo para el último ser humano aunque lleve un poco de lo que soy.
¿Acaso existo en este sillón? ¿Acaso no soy más que carne que se desgasta y se desmorona camino a la trascendencia? Escucho el zumbido de una mosca. Me sobrevuela en pequeñas elipses caóticas y mal formadas. Me olfatea desde su altura. Me perpetúa, cuerpo aburrido, desde su mirada de insecto.